Hay fotos sin demasiado mérito artístico, cuyo contenido las hace interesantes. Este retrato de Gabriel Garcia Márquez es un buen ejemplo. La foto es casi un documento forense, una prueba de parte para un posible pleito. Aunque también tiene el mérito de proponernos una visión de un personaje notable en unas circunstancias excepcionales. Parece que Vargas Llosa, además de ser muy de derechas, es también aficionado a los derechazos. Gabo tuvo la mala idea de apoyar a la mujer del peruano en una crisis del matrimonio, y, como suele ocurrir con frecuencia, cuando el matrimonio se reconcilió, la mujer trasladó a su marido los comentarios con que Gabo la apoyaba (supongo que eran del tipo de estas mejor sin él, te engañaba con todas, o así). La primera vez que se volvieron a encontrar, Vargas Llosa, sin mediar palabra, tumbó a Gabo de un puñetazo.
La historia la cuenta con mucho encanto el fotógrafo, Rodrigo Moya, en La Jornada, un diario mejicano. Moya fue un gran reportero hasta que abandonó la fotografía hace treinta años (no por falta de vocación, dice él, sino por hambre), se fue a vivir junto al mar, fue buzo, editó una revista -Técnica pesquera- durante 22 años, publicó libros de cuentos con bastante éxito, y superó un cáncer.
Tras la enfermedad, dudando si suicidarse o buscarse una ocupación (siempre según él), reparó en su un inmenso archivo fotográfico y decidió trabajar en el. Asi recuperó esta foto, organizó varias exposiciones y publicó algunas monografías. La última se titula, muy apropiadamente, Fuera de moda. Merece la pena leerle (aqui, aqui, o aqui). Se han publicado un par de ensayos sobre su obra: Rodrigo Moya, una visión crítica de la modernidad, de Alberto del Castillo, y Rodrigo Moya, una fotografía insurrecta, de Alfonso Morales y J.M. Aurrecoechea
La historia la cuenta con mucho encanto el fotógrafo, Rodrigo Moya, en La Jornada, un diario mejicano. Moya fue un gran reportero hasta que abandonó la fotografía hace treinta años (no por falta de vocación, dice él, sino por hambre), se fue a vivir junto al mar, fue buzo, editó una revista -Técnica pesquera- durante 22 años, publicó libros de cuentos con bastante éxito, y superó un cáncer.
Tras la enfermedad, dudando si suicidarse o buscarse una ocupación (siempre según él), reparó en su un inmenso archivo fotográfico y decidió trabajar en el. Asi recuperó esta foto, organizó varias exposiciones y publicó algunas monografías. La última se titula, muy apropiadamente, Fuera de moda. Merece la pena leerle (aqui, aqui, o aqui). Se han publicado un par de ensayos sobre su obra: Rodrigo Moya, una visión crítica de la modernidad, de Alberto del Castillo, y Rodrigo Moya, una fotografía insurrecta, de Alfonso Morales y J.M. Aurrecoechea
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