Los peligros de las redes sociales.

Hace unos días, TVE proporcionó a los adictos a Eurovisión algunos momentos inolvidables. Los demás mortales los hemos sufrido despues, repetidos y redifundidos por las demas cadenas españolas. Los insultos y zafiedades de un seudorapero sin autocontrool, el ya famoso John Cobra, llegaron hasta allí empujados por los votos de usuarios de redes sociales. Cada vez que se abre una puerta asi, parece que se cuelan un monton de antiloquesea, dispuestos a reventarlo desde el anonimato que proporciona la red. Todos tenemos un lado punk, pero sospecho que esto es otra cosa.

Ocurrencias parecidas hay por todas partes, pero los laboristas ingleses se llevan la matrícula de honor: hace unas semanas la Agencia para el Medio Ambiente hizo un llamamiento en Twitter a los fotógrafos aficionados de toda Inglaterra. Los que contestaron recibieron un email diciendo que se estaba confeccionando una base de datos, que querían usar los servicios de aficionados para ilustrar el trabajo de la agencia, que no se les pagaría pero que se les compensaría por los gastos. Como era de esperar, a los pocos minutos la agencia quedó sumergida en una marea de Twitters, mails y mensajes de Facebook cargados de reproches y acusaciones, sobre todo de fotógrafos profesionales. ¿Reacción? Borrar mails, mensajes de Facebook y mirar para otro lado. ¿Consecuencias? Las previsibles, otra marea de mensajes contra la iniciativa y la censura. Pues no aprenden. Poco después, el Labour Party presenta una web abierta para que los electores suban fotos de las cosas que ha hecho su gobierno. Es una buena idea que quiere acabar con la sensación de que no han hecho nada. Change we see (cambio que vemos). El problema es que los profesionales, muy cabreados con la ley antiterrorista que permite a la policía parar y registrar a cualquiera y la fijación de los agentes con los fotógrafos, han aprovechado para subir los formularios de registro que usan los policías, como se ve en el pantallazo del grupo de Flickr.



Ya se que es difícil de entender desde Epaña, dónde la policía te para cuando le da la gana, pero allí, dónde no existe el documento de identidad y un policía no podía ni siquiera requerirte para que te identificaras, la ley supuso un cambio de cultura brutal. Siempre supuse que los ingleses se resistirían, pero la amenaza terrorista parece que justifica todo.

El resultado, mas censura y filtrado. Y más protestas, pero ahora fuera de la web del partido.

Hay que tener cuidado con internet, que lo carga el diablo...

Ganadores, finalistas...

Los criterios de los jurados de los concursos son como los designios de Dios, inescrutables. Los premios suelen dar lugar a discusiones estériles y absurdas, sobre si alguien lo merece o no. El World Press Photo no es una excepción, aunque esté casi siempre fuera de toda sospecha. Este año la foto ganadora ha sido como un aldabonazo, una llamada de atención sobre las posibilidades expresivas de la fotografía, mas allá del testimonio directo, gráfico y generalmente sangriento que suele ser reconocido. Premiar una foto que no se entiende sin el pie es una osadía.

Siempre me gusta cotillear entre los finalistas y las categorías menores, que es dónde se suele aprender algo. Y este año, además de encontrarme con viejos conocidos como JR, que ha descubierto que las mujeres son héroes, gente a la que admiro como Walter Astrada o Malik Sidibé, clásicos indiscutibles como Eugene Richards, he tropezado con gente mas que interesante que no conocía como Gihan Tubbeh, una joven fotógrafa peruana cuyo trabajo con un niño autista ha merecido el primer premio en la categoría de historias cotidianas.

Me ha impresionado particularmente esta foto, de Rita Castelnuovo.


Como en la ganadora, el pie es importante: es un chaval integrista judío arrojándole vino a una mujer árabe en Hebrón, una ciudad que muestra una de las caras mas repugnantes de un estado que abunda en ellas, Israel. Alli viven 140.000 palestinos asediados por un ejército que está para sostener a 500 colonos ultra ortodoxos llegados en su mayoría de Estados Unidos. Sintiéndose protegidos, abusan estomáticamente de los árabes, a los que desprecian y humillan y se dedican a la limpieza étnica con bastante éxito. Es un abuso tan dramático y evidente que hasta un conservador tan pro israelí como Vargas Llosa se sintió obligado a denunciarlo en un texto impresionante.

La foto esta en la categoría de la ganadora, destaca por su contenido simbólico: el vino describe un arco rojo sangre que recuerda a la hoja de un alfanje. La diferencia de edad, la agresividad del joven, la actitud de la mujer... Hay muchas otras mas impresionantes entre las ganadoras, que muestran los resultados directos de los conflictos y la violencia. Esta parece que apunta a la esencia del conflicto.

Umida Ahmedova, culpable.

Vale. Pasa en Uzbekistan, un país que probablemente casi ninguno de nosotros sabe situar en un mapa, pero aun así es una historia absurda e importante: Una fotógrafa hace un libro con apoyo de varias ONGs y resulta procesada por insultar a su país. Parece que a juicio del gobierno, sus fotos dan una imagen inaceptable de los uzbekos. La historia la cuenta muy bien Frontline, una ONG de defensa de los derechos humanos. El resumen es que la han procesado y como a la hora de dictar sentencia ya habia un movimiento internacional de apoyo bastante importante y piquetes en la embajada de Uzbekistan en Moscú, el tribunal ha decidido condenarla y amnistiarla al mismo tiempo.

El caso es que las fotos a mi me hacen el efecto contrario: despues de verlas, me dan ganas de visitar el pais.


Otra cara de Haití

Foto de Carl Juste, Miami Herald (AFP)
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