Karine Laval

Sufriendo los sudores provocados por el recien y bruscamente estrenado verano, me refresca encontrarme las piscinas retratadas por Karine Laval. Es interesante ver como retrata un territorio tan común de una manera tan personal. Aunque no ha sido facil encontrar sus piscinas: Desde el link hay que pulsar fine art y luego pools (piscinas). Es lo que tiene hacerte una página web en flash: queda muy bonita pero luego no hay forma de enlazar a una de sus secciones o de sus fotografías.

Ahndraya Parlato


La fotógrafa Ahndraya Parlato produce imágenes inquietantes a partir de contenido banal.

Casad@ con un fotógrafo...

Estar casada con un artista debe ser una cruz. Aunque supongo que si eres muy paciente o te gusta mucho que te retraten, puedes llevarlo con dignidad. Harry Callahan - el fotógrafo, no el personaje de Clint Eastwood- encontraba natural fotografiar a su mujer Eleonor, a la que retrató de todas maneras imaginables y durante decenios. Los que duró su matrimonio, casi 63 años.



Eleanor contaba en una entrevista como era la vida doméstica: Puedo estar en la cocina, preparando la cena, y viene Harry y me dice "La luz es preciosa. Ven que te haga una foto", y lo dejo y me pongo donde me diga y hacemos la foto...



Su carga solo se vió aliviada con la llegada de su hija Bárbara. O complicada, porque al principio, Callahan las fotografía juntas con frecuencia. Y no era la típica instantánea familiar: Usaba una enorme cámara de 24x30 que le llevaba hora montar.



Pero además, Callahan dejó su trabajo para dedicarse a la fotografía y durante años, fue Eleanor la que le sostuvo con el suyo. Su relación dió origen a un libro (Eleanor), un documental, y una exposición monográfica que aún circula por los museos y las galerías del mundo.

Otros se casaron directamente con sus modelos, como hizo Man Ray con una aprendiz que apareció por su estudio sin cita previa, una tal Lee Miller, aunque ella era al menos tan buena con una cámara cómo el. Luego ella le dejó por Roland Penrose, y todos eran amigos. Edward Weston se casó con Charis, no sé si antes o despues de hacer esos hermosos desnudos en el desierto.

Lee Friedlander hizo lo mismo con María, su mujer. Con su estilo característico. Inclusó editó un libro con las fotos de su familia.



Todo eso me viene a la cabeza al ver el trabajo de Eric Weeks, poéticamente titulado algo asi como El mundo estaba en la cara de los amados. Weeks, que había hecho una interesante serie de retratos masculinos, se casó hace cuatro años, y desde entonces fotografía a su mujer sin cesar. El resultado es muy sugerente: sus fotos son momentos en una historia que nos hacen imaginar.


Ahora que lo pienso, hay pocas mujeres que se hayan ocupado así de su cónyuge. La única que se me ocurre es Nan Goldin, y no sé si es pertinente, teniendo en cuenta lo cortas, variadas y diferentes que han sido sus relaciones... Lo que si es cierto es que ha seguido a rajatabla la moraleja de Callahan: No hace falta buscar mas allá de lo que te rodea para hacer un buen trabajo.

Y desde luego esas molestias no son nada comparadas con lo que pasó la pobre Jeanne Hebuterne...

¿Quieres publicar una revista? Ahora puedes

Antes de la era moderna, o sea de internet y de los ordenadores, publicar una revista era caro y complicado. Incluso la revista del cole. Recordemos épocas remotas -hace 20 o 25 años- en las que se hacían con máquinas impresionantes que necesitaban motores potentes, tiraban mas tinta de la que colocaban en la página y sumaban un montón de procesos esotéricos hasta llegar al producto final. Ahora es un poco menos complicado, los ordenadores han dejado obsoletos la mayor parte de los oficios y los trabajos relacionados con la preparación y la composición de todo tipo de prensa, pero aun es caro y arriesgado: Tienes que pagar por el contenido -bien o mal, poco o mucho, al final suma un pico- y convencer a una imprenta de que tire unos miles de ejemplares -lo normal es pagar pero muchas revistas duran lo que el crédito que les da el impresor- y después distribuirla a quioscos y puntos de venta. Al cabo de unas semanas, tienes que volver a tirar miles de ejemplares, esta vez a la basura. Y pagar al distribuidor por el trabajo de devolvértela.

Los laboratorios HP, que ya habían dado un vuelco a la industria editorial con el POD (Print on demand, impresión bajo pedido: se acabaron las grandes tiradas, las inversiones en inventario, etc.) han enseñado Magcloud, una web dedicada a la impresión bajo demanda de revistas que se supone que hará lo mismo por los adictos a las publicaciones periódicas y que salvará a muchas publicaciones especializadas. Si sabes hacer un PDF, puedes publicar una revista. Añade una lista de envío y puedes llegar a cualquier lector. Ellos la editan, la embuchan y la envían por correo a un coste que parece muy razonable. De hecho, es más barato para el editor que los distribuidores tradicionales. El único problema es que está aun en pruebas, y que en este periódo solo se puede usar en USA. No sé si podré esperar. Me gusta mucho esto de internet y las webs y todo eso, pero sostener tu propia revista en las manos, oliendo a tinta, nuevecita, y sin haberte arruinado, debe ser un puntazo.

Planetas de jabón

Para los que piensen que lo de ser fotógrafo es una profesión seria, copio foto de un reputado profesional en el tajo con su ayudante...


Es Jason Tozer, preparando unas imágenes promocionales para una nueva cámara de Sony, la Alpha A-350. El resultado es espectacular, no se si dan ganas de comprar la cámara, que en definitiva es para lo que se han tomado las fotos, pero si da pie a todo tipo de reflexiones sobre los límites de la realidad y su representación, las características de nuestra visión, la interprectación de lo fotografiado... en fin, sobre la propia naturaleza de la fotografia como arte, artefacto, proceso y su relación con el mundo real: Parecen planetas pero no son mas que burbujas de jabón. Metafórico...




La historia completa está en Creative Review.

condenas

Hay personajes y noticias que me hacen pensar en esta imagen magistral del Studio Laucke.


Extraña fruta...

James Allen se define como recolector: Busca y recoge cosas. Las compra a gente para las que han perdido su valor y las vende a clientes a los que le importen. Hasta aqui, todo bastante banal. Podria ser el retrato de cualquier anticuario, brocantista, librero... Siempre habia pensado que las postales eran algo banal, sin interés. Hasta que un dia, en un mercadillo, un vendedor le ofreció algo que sin duda le iba a interesar: Una autentica postal fotográfica de un linchamiento. Sobreponiendose a su horror, la compró y desde entonces las colecciona. Y entre ellas, ha escogido un centenar que se reproducen en Without Sanctuary (sin refugio), un libro y una web estremecedores.

En casi todas, los que cuelgan del arbol son negros, los espectadores, los que sostienen las cuerdas, blancos. Casi todas están acompañadas de una pequeña historia: los detalles del linchamiento, el nombre y el crimen de la víctima (uno de ellos, por ejemplo, un adolescente negro, se atrevió a llamar a la puerta de una granja para pedir un vaso de agua)... Casi todas incluyen unas palabras del sheriff o del juez, horrorizandose farisaicamente ante lo ocurrido y prometiendo que los culpables serán castigados. Y casi todas aclaran que los culpables nunca fueron juzgados ni perseguidos.

Las historias son tremendas: hombres y mujeres apaleados y acuchillados antes de ser colgados, cabezas arrancadas, cadáveres quemados y despellejados. Mientras unos evisceraban o torturaban a las víctimas, la multitud aplaudía. Para muchas de las víctimas, la muerte tuvo que ser un alivio. Con todo, como dice el propio Allen, lo mas horroroso es contemplar los espectadores, y no se qué es mas repugnante, si las expresiones cargadas de locura y odio o las caras beatificas de las familias, padres e hijos, que posan sonrientes junto a los ejecutados. Y que decir de los fotografos que grababan orgullosamente su copyright en la placa y hacian negocio con estos crímenes...

Ilustro con una de las imágenes menos desagradables. Como cantaba Billie Holliday, extrañas frutas cuelgan de los arboles del sur...



Otra maleta con fotos

El New York Times informa de que dos señoras de Indiana compraron en un mercadillo una maleta con 200 imágenes del gran Weegee, una colección en la que hay de todo, fotos conocidas y algunas nuevas, que el museo de arte moderno de Indianapolis se ha apresurado a adquirir.

Muy adecuadamente, las fotos y una colección de cartas y otros documentos, estaban en un arcón tapizado con un estampado tipo zebra. Las cartas eran casi todas banales, pero alguna -un pedido de puros, una carta escrita desde Munich diciendo que la película se iba a retrasar porque llovía todos los días y no podían encontrar dos enanos- daban alguna pista. Las compradoras pensaron que eran fotos familiares y estaban considerando tirarlas a la basura, pero afortunadamente tenían un amigo algo mas inteligente que las dirigió hacia el museo.

Wegee es un tipo admirable, y hasta entrañable, aunque en persona supongo que debía ser difícil tenerle cariño. Inmigrante judío pobre (se llamaba Usher Fellig, usaba lo de Weegee porque pensó que era como se pronunciaba en inglés ouija) podía haber llevado una existencia anónima y difícil, pero tenia grandes dosis de chutzpah -esa cualidad indefinible que combina bravura,insolencia, chulería, desmesura, atrevimiento- que le llevaron a hacerse un hueco en la historia. Como es bien sabido, vivía en un apartamento situado sobre una comisaría, pegado a una radio de policía, llegaba antes que nadie a la escena del crimen y hacía cualquier cosa para conseguir una foto que pudiese vender. Se movía con su pesada Speed Graphic y su enorme flash por cárceles y comisarías como Pedro por su casa, aunque también hacia trabajos normales (inauguraciones, actos políticos, gente en situaciones normales, hasta la opera y el teatro). Tenia aversión al día -los que trabajan de día son gilipollas, dejó dicho- y exprimía hasta el ultimo céntimo sus habilidades. Hacia, por ejemplo, fotos callejeras, como la de estos niños, las imprimía en el papel mas contrastado que encontraba para que salieran las caras bien blancas y se las vendía a la familia. "A mis clientes, italianos, puertorriqueños, latinos, les gustan sus niños bien blancos".

Desde luego sabia dar al cliente lo que quería: sangre, vísceras, incluso imágenes ñoñas. Y era un fotógrafo de primera que usaba muy bien las herramientas de que disponía. Su receta para una buena foto de prensa (f8 y estar allí) sigue siendo infalible, y su uso imaginativo de los avances del medio, un rasgo a imitar. Recuerdo, por ejemplo, sus extrañas imágenes infrarrojas, técnica que utilizaba para hacer fotos de las parejas que retozaban de noche en las playas de Coney Island o los espectadores de los cines.






Wegee the famous, como sellaba sus fotos, se hubiese hecho multimillonario empleando una mínima parte de sus habilidades en el marketing de cualquier negocio en aquella América de posguerra. Supongo que solo la fotografía le permitía explorar zonas oscuras y satisfacer otras ambiciones.

Es raro que aparezcan imágenes perdidas suyas, su compañera cedió a su muerte su colección de negativos y copias al International Center of Photography de Cornell Capa. Pero lo que mas me intriga de esta historia de la maleta con rayas de zebra es lo mas simple: ¿cómo puede alguien pensar que imágenes como estas son instantáneas familiares? ¿Como será su familia?
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