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Joao Silva, de nuevo en primera página en el New York Times. Apenas 9 meses después de que una mina le amputara traumáticamente las dos piernas en Afghanistán. La historia completa en Lens

La ocasión también es significativa: la ceremonia con que se cierra definitivamente el histórico centro médico militar Walter Reed, para el tratamiento de heridos y veteranos de guerra, en el que está internado. El signo de los tiempos.

No sólo hace fotos y consigue portadas en su condición. Está entrenando para correr la próxima marathon de Nueva York...

Me gustan los sindicatos.

Que los dueños del mundo criminalicen a los sindicatos es normal, es lo que históricamente han hecho, además de enfrentarse a ellos de todas las maneras posibles, incluyendo el asesinato de sus promotores y militantes. Que los medios a su servicio dediquen mas tiempo y espacio a criminalizarlos que a difundir los abusos  contra los que luchan, también es hasta normal. Que los asalariados y los pequeños, la gente indefensa, interiorice estas acusaciones y demonice a organizaciones que son su única esperanza no lo entiendo.

Estos dias confluyen varias cosas que me hacen pensar en esto: Es el 25 aniversario de la entrada de Murdoch en Inglaterra, el triunfo de una forma repugnante de hacer periodismo que se conmemora con el cierre de su cabecera mas miserable, News of the World. La historia es bien conocida: les prometió a los trabajadores un mundo feliz, usando su apoyo a los laboristas australianos como credencial, mientras construía una planta de impresión en secreto a las afueras de Londres. Los periodistas de The Times se encontraron una mañana con una redacción nueva trabajando en las afueras en condiciones laborales mucho peores, y los trabajadores de talleres y distribución despedidos y represaliados. 5.000 se fueron a la calle de repente.

Y lo primero que hizo Murdoch fue expulsar de sus empresas al sindicato de periodistas (NUJ), una organizacion modélica que además de organizar a los profesionales y pelear por sus derechos, les obligaba a sostener un código ético muy preciso. Excluidos los afiliados, Murdoch premió a los delincuentes, a los periodistas sin escrúpulos y sin ética, capaces, como se ha visto, de las mayores vilezas. ¿Hubiera ocurrido lo mismo de respetarse al sindicato y su código? Es obvio que no.

Una de las ultimas campañas del NUJ (el sindicato de periodistas) es Cashback for interns (pago a los becarios) que nació a partir del caso de  Keri Hudson, que trabajó en una web, Myvillage.com, como becaria. En teoría. En la práctica hizo jornadas laborales normales, escribió contenidos, coordinó a un grupo de periodistas y hasta contrató a nuevos becarios. El NUJ denunció a la empresa y consiguió que se la pagara el salario mínimo y las vacaciones, y se ofrece a hacer lo mismo por cualquier becario explotado hoy o en un pasado reciente. 

Lo cuento porque uno de los abusos mas extendidos es, precisamente, la explotación de jóvenes con la excusa del contrato de prácticas. Por lo que estoy encontrándome estos años, toda una generación ha interiorizado que es normal trabajar gratis. Toleran abusos con una facilidad preocupante. Obviando de momento el tema del salario (a mi me parece intolerable que alguien trabaje gratis), habría que recordarles que los becarios están ahí para aprender, no para asumir trabajos y responsabilidades propias de empleados normales.  Sin embargo se les utiliza para cubrir vacaciones, suplencias, resolver temporadas de mucho trabajo, etc. Como ya se han procurado ellos la formación, pagándola de su bolsillo, la empresa disfruta de un chollo increíble: trabajadores a coste cero. Y eso influye en las condiciones de los demás, en el nivel de los salarios, etc.

Tino Soriano acaba de lanzar una página de Facebook contra las clausulas abusivas que se encuentran los fotógrafos profesionales todos los días. Es una iniciativa importante y ojalá salga de ella lo que debería surgir: una organización profesional fuerte que ejerza de contrapoder a favor de los fotógrafos, tradicionalmente aislados y en una situación precaria, de inferioridad respecto a medios y clientes. Pero, una prueba mas del estado de cosas que percibo, ya abundan los comentarios de gente que se ha tragado ya la rueda de molino, que habla de que lo que hay que hacer es respetar el libre mercado, aprender a venderse, que piensa que no se puede denunciar a los clientes institucionales (ayuntamientos, diputaciones, empresa publicas etc.) que están axfisiando a muchos profesionales, que si te enfrentas al cliente, contratará a otro, etc. Otros defienden una solución históricamente probada: una asociación profesional potente, con muchisimos militantes, un código de conducta, tarifas mínimas y un buen equipo de abogados. Si un fotógrafo no puede exponerse a denunciar, su sindicato, si. Como decía la bruja avería (cada uno elige el gurú que quiere): solo no puedes, con amigos si

La imagen de la desolación

Parece que la ultima guerra religioso-cultural en Irán va de perros: El parlamento discute una proposición de ley de unos cuantos fundamentalistas aún mas fundamentalistas de lo normal, que prohibe no solo pasear en publico con un perro, tambien tener uno en casa. O sea que los perros iraníes tendrán que ser todos sacrificados o expulsados del país o llevar la misma vida clandestina de todos los opositores al régimen. Un delirio.


Parece que Mahoma dejó escrito en alguna parte, por difícil de creer que resulte, que los perros son impuros, detienen a los ángeles, y eliminan el efecto de la oración. Algunos ayatollahs predican contra ellos porque son, además, una costumbre importada, una muestra de la decadencia occidental. Algunos occidentales quieren más a su perro que a su mujer o a su familia, dicen. A mi, la verdad, me parece perfectamente comprensible que sea así. Muy probablemente todos los iraníes que tienen perro quieren mas a este que a su ayatollah.

Behrouz Mehri, un interesante foto reportero iraní,  aprovecha para publicar un reportaje sobre los perros iranies, de los refugios -donde se tomó la triste foto de arriba- a las clínica veterinarias y las mascotas de lujo. Resulta que en esto, como en casi todo, parece que Irán es casi igual que cualquier otro pais del mundo.

Autorretrato


La prueba definitiva, si es que alguien todavia la necesita, de que cualquiera puede hacer una buena foto.

Deja Vu

Simon Nofolk empezó a fotografiar la guerra de Agfanistan allá por 2001. En su estilo, creo que ha ofrecido uno de los mejores retratos de la guerra, alejándose de la acción y el primer plano y ofreciendo una visión de su sinsentido registrando escenarios y restos, lo que queda después de las batallas, que si no fuera por el daño y por las víctimas, serían esfuerzos irrelevantes y fútiles.

El anuncio de la retirada que ha hecho Obama, seguido fielmente por sus aliados, coincide con una exposición en la que Norfolk muestra  el trabajo que ha hecho estos últimos años siguiendo los pasos de John Burke, el primer fotógrafo que retrató el país.

Burke acompañó a las tropas inglesas en la Segunda Guerra Afgana, entre 1878 y 1880. Como la primera (1839-1842), fue parte del Gran Juego, así definido por  Kypling, en el que dos potencias imperialistas, Rusia y Gran Bretaña, intentaban asegurarse el control de un territorio estratégico. La partida es la misma que se jugaba en el país tras la nueva invasión rusa de 1979 y probablemente es la  misma que se sigue jugando hoy. Las coincidencias son esclarecedores y toda la retorica que las justifica, sorprendentemente igual. Los ingleses no invadieron Afganistan en la primera guerra, acudieron llamados por un gobierno títere, a defender a los afganos buenos de una amenaza ajena, en la seguridad de que serían bien recibidos por los "indígenas". Deja vu.

Norfolk siempre se ha mostrado tan sorprendido de lo poco que los actuales soldados saben de la historia bélica de Afganistán como indignado por el destrozo actual. Quizá saber lo que sus bisabuelos se encontraron allí les hubiese ayudado. Desde luego sus mandos podrían haber aprendido algo de las derrotas y las retiradas y los compromisos que su país tuvo que aceptar. No es que sea un conocimiento esotérico, basta con leer el libro de Robert Fisk, La gran guerra por la civilización, por ejemplo, para saber hasta que punto los anglos actuales están repitiendo errores fácilmente predecibles. No se cual es la explicación, pero la experiencia colonial, imperialista de occidente, tan criminal como reciente, tiene una presencia nula en el debate publico estos días, pese a que es imposible entender el mundo actual sin ella. Quizá sea un significativo olvido freudiano, una omision imprescindible para poder seguir llamándonos civilizados. Los afganos, en cambio, no han olvidado.

Por eso cuando se encontró con un álbum de fotos de Burke, Norfolk decidió viajar sobre sus pasos y retratar de nuevo el país. John Burke acompañó a las tropas con sus engorrosos  carros de fotógrafo, trabajando su magia fotográfica a base de albúmina y colodión: las gigantescas y frágiles placas de cristal que había que emulsionar, exponer, revelar y fijar mientras estaban húmedas. Las copias sobre papel cubierto con una emulsión fotográfica sobre clara de huevo.  Como dice Norfolk, un proceso que es mas parecido a hacer una tortilla que una fotografía.


No solo retrató las tropas, también tipos, paisajes, ciudades y dignatarios locales. Desde su base en la ciudad balneario de Muree, hizo una fortuna fabricando albumes de recuerdo, postales, etc. El outcast al que se le había negado permiso para acompañar al noble ejercito imperial, acabó siendo un destacado miembro de la sociedad. Según Norfolk, son precisamente esos orígenes -irlandés, pobre, ajeno- y su incomoda posición social inicial lo que hizo que retratara a los afganos como iguales. Los demas fotógrafos coloniales dejaban bien clara la posición inferior de los locales, retrataban siempre su sumisión, sus costumbres salvajes, etc.
Norfolk también fotografía la resurección de la Kabul ocupada, una ciudad en boom, dice el NT.

¿La diferencia fundamental entre la segunda guerra afgana y esta, la cuarta? Antes los ingreses tenían la decencia de morir en las mismas cantidades que sus enemigos. Ahora la cosa es bien diferente: 20 a 1.

Norfolk

Burke



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