Lee Friedlander


Hay exposiciones y exposiciones. La Caixa se esta luciendo con las de fotografía. Después de la magistral antológica de Arbus, ahora la de Lee Friedlander. Casi 500 fotazas. Ya se que parece fácil, que con pasta todo se puede, etc., pero para mi tiene un valor enorme que contribuyan a la difusión de la fotografía con estos megatrabajos. Detrás hay un empeño, un criterio, un esfuerzo y una capacidad que hay que agradecer.

Recuerdo que lo primero que vi de Friedlander fue una de sus fotos de televisores en habitación de hotel vacía. Una imagen que se ha convertido en un cliché, imitado hasta la saciedad. Recuerdo sus autorretratos reflejados, su sombra en las fotos, herejías para los puristas de entonces. Yo estaba enganchado a otras formas de fotografiar, imágenes mas "compuestas" y me costó llegar a apreciarle. Ahora lo disfruto mucho.

Me parece que Friedlander lleva la fotografía de calle a otro nivel. Los clásicos de la instantánea callejera que le antecedieron hacían fotos mas limpias, mas formales. En el fondo, el trabajo de Friedlander se relaciona mas directamente con su tema, esta mas cerca del abigarrado caos visual con el que convivimos. La foto de las puertas, por ejemplo plantea una definición del espacio muy suya, puramente visual.

Creo que hay fotógrafos evidentes, cuya obra te sacude nada mas verla. De efecto inmediato. Otros son un gusto adquirido, hay que detenerse a apreciarlos y Friedlander esta en esta categoría. La belleza de su trabajo es muy particular. Como dice Juan Fernandez en Art Notes, " Una de sus mayores aportaciones a la nueva consideración artística de la fotografía es su irreverencia hacia los cánones establecidos. Friedlander introduce intencionadamente en sus composiciones pecados estéticos imperdonables para los puristas. Figuras descuadradas y movidas, reflejos, sombras (incluso la del propio fotógrafo) y todo tipo de contaminación visual como carteles publicitarios y señales de tráfico que provocarían orzuelos en el ojo de cualquier ortodoxo." Se le olvida señalar que abrió un camino por el que ha transitado muchos otros luego.

Parece que estudió fotografía y era un reportero "normal" hasta que los trabajos de Winogrand y Robert Frank le impulsaron en una dirección diferente. Como Camilo José Vergara, recibió una beca de genio de la Fundación McArthur, a la que debemos una parte importante de su trabajo. Es un adicto al trabajo con una producción inmensa y variada, que incluye paisajes muy particulares, autorretratos nada embellecedores y desnudos femeninos que provocaron las protestas de algunos grupos feministas. Hace unos años que no puede moverse como antes, pero sigue trabajando: Se fotografía a si mismo, como siempre, y los alrededores de su casa, dejó la Leica y usa una cámara de formato medio.
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Autorretrato, 1997

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