Sex Machines


Timothy Archibald buscaba un proyecto cuando se tropezó con un americano corriente trajinando en su garaje en un invento un tanto extraño. Tras tres años de trabajo publicó un libro sobre su gremio, el de inventores de maquinas sexuales. Se llama Sex Machines, pero la parte interesante de la historia es la que viene después. El libro tuvo una acogida entusiasta. Archibald hizo una gira de presentaciones compartiendo estrado con algunos de los inventores. La agencia Redux distribuyó las fotos en medio mundo. Llegó a los medios mas importantes y y a los mas especiales, se vendió muy bien. Animado por su éxito, preparó un mailing promocional con parte del material y lo envió a agencias y redacciones de todo Estados Unidos. Paradójicamente, estuvo a punto de acabar así con su carrera como fotógrafo comercial. Sus fotos fueron recibidas con una gran hostilidad. Empezó a atender llamadas de gente cabreada, mails insultantes... Parece que a los ejecutivos de las agencias no les hizo nada de gracia recibir en su oficina fotos de falos artificiales. Lo cuenta en una excelente entrevista con Jorg Colberg.
Dos años después, en su página web no quedan huellas de su mayor éxito. Ni siquiera lo menciona en su biografía. Mantiene un blog personal en el que habla sobre su trabajo, y alguna vez, en minúsculas, lo menciona. Intenta escapar de la tipificación que viene con el éxito...


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