Hunter S. Thompson

Ángeles del infierno, Caballito, ca. 1960

Resulta que Hunter S. Thompson fotografiaba, como todo el mundo. El tipo que revolucionó el periodismo escrito no ha hecho el mismo efecto en la fotografía, pero su trabajo, expuesto por la galería M+B de Los Angeles, tiene un indudable interés. Además de sus cualidades puramente fotográficas, es el retrato de un mundo particular. Parece que pronto se publicarán en un libro.

Confieso sentir una debilidad particular por él. Para empezar, porque describió como nadie las emociones de un motero, pero además tuvo el coraje de enfrentarse a todo tipo de prejuicios, limitaciones y costumbres castradoras, utilizando el lenguaje como poca gente ha sabido hacer. Recuerdo, por ejemplo, que cuando murió Nixon, en medio del tsunami de necrológicas almibaradas y complacientes, fue el único que se atrevió a recordar que fue un mentiroso, un cobarde y un tramposo indecente. Y con su lucidez habitual, soltó días después del 11S que nos esperaba una especie de Yihad cristiana alimentada por el odio religioso y dirigida por fanáticos sin principios. En esas estamos. Y la verdad, se le echa de menos.

Jabalí salvaje, Big Sur, ca. 1960

1 comentario:

poetadesterrado dijo...

Cada vez que leo algo de Hunter, me emociono...hacen falta más tipos de estos en este planeta con "huevos", lo que pasa que en realidad la mayoria se vende por un chori y un vino, en las diferentes clases sociales

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