Vieitez

Siempre me han parecido un poco injustas las necrológicas y las efemérides, que suponen una porcentaje casi mayoritario de los contenidos culturales en los medios. Es así como infantil que alguien se tenga que morir o que haya que esperar a que se cumpla alguna cifra mágica y redonda -25, 50.100- desde su nacimiento o muerte para que se hable de él, pero parece que es la única forma de que algunas figuras sean recordadas. No solo eso, es que algunas se convierten en negocios multimillonarios y acontecimientos, o sea que por ridículo que resulte, debe haber algún cromosoma escondido que hace que los humanos seamos adictos a estas cosas.


Para no pecar de lo mismo, me autocensuro a veces, y ahora lo estaba haciendo con Virgilio Vietez, el hombre de la boina, un tipo con el que tengo una deuda simbólica: Hace unos años caí en una antológica suya sin saber que me iba a encontrar y disfruté enormemente. Murió hace unas semanas y bien merece un recuerdo. Me confieso culpable!

Vieitez fue un fotógrafo sobrevenido. Su biografía resume bastante bien su época. Nació en Sotelo dos Montes, Pontevedra, en los años 30. Dejó su aldea en busca de trabajo siendo un mozo, cayó primero en las obras de un aeropuerto en Santiago de Compostela, si recuerdo bien, y acabó, como tantos otros españoles, en la Costa Brava, al servicio de la incipiente industria turística. Por el camino le cogió el gusto a la fotografía. Aprendió el oficio con un profesional de Palamós, Julio Palli, retratando turistas, y cuando volvió a su tierra, se instaló por su cuenta. Si hay algún colectivo que pueda hacer un monumento a Franco sin razones políticas es el de los fotógrafos.:A finales de los 50, el dictador hizo obligatorio el documento nacional con fotografía, y eso dió de comer y mantuvo en el oficio a miles de profesionales como Vieitez. Parte de su trabajo fue ambulante, recorría los pueblos con su moto, luego con su coche, retratando para el DNI y, de paso, todo lo que fuese necesario: Fiestas, bodas, reuniones familiares, matanzas, entierros, etc.

Lo genial de Vieitez es su estilo. Tenia un talento descomunal que puso siempre al servicio de sus modelos. Es uno de esos artesanos modestos -en el sentido mas auténtico de la palabra- que trascienden las limitaciones de su oficio. Siempre he leído que retrató una época perdida, que su obra es un testimonio de las gentes de su tierra y cosas así, pero creo que en esas afirmaciones con que algunos pretenden rendirle un tributo, hay una enorme injusticia: Vieitez no fijó inocente y automáticamente una realidad, sino su propia visión, su elaboración de esa realidad. Lo fascinante de su obra es su artificiosidad, el que esté completamente puesta en escena. No hay nada automático, todo esta controlado y colocado. Vieitez ofrecía a sus modelos lo mejor de si mismos. Los retrataba con frecuencia bien vestidos y peinados, en decorados improvisados para que dieran la mejor imagen de los que le contrataban. Su moto, su 1500 y algunos coches americanos figuran repetidamente en muchas de sus fotos, como símbolo de status o índice de la prosperidad de su tierra. Pero esa puesta en escena, elaborada pero sobria, es también el comentario del autor sobre su época. Siempre la forma cumpliendo su función.


Una de sus fotos mas conocidas es esta, Dorotea do cará, una anciana junto a un receptor de radio. Un auténtico lujo para la época. La foto es un encargo. El hijo de la protagonista, emigrante, había enviado a su madre dinero para que se comprara una radio, y la foto era para él. Una prueba de que la señora cumplió su encargo. Quizá ella no sabe escribirle o no puede o no tiene costumbre de expresar lo que piensa, pero el mensaje no puede estar mas claro. Hay en su gesto algo revelador. La forma en que coloca el brazo sobre aparato, la sonrisa, la mirada. Si sustituyeramos el aparato por el hijo, la mujer podría mantener la misma expresión.

Vieitez, que nunca se dió importancia, debió disfrutar enormemente con su trabajo. No creo que haya habido otro fotógrafo igual. Los periodistas le comparan con Robert Frank, con Cartier Bresson, sobre todo, supongo, porque son los que se saben. Los mas especializados sugieren a August Sander. No soy capaz de ver que es lo que tienen en común, además de usar la misma herramienta. Cartier Bresson, Frank, etc. estaban convencidos de que eran artistas a su propio servicio, y se percibe en su obra. Vieitez está en otra categoría. Creo que es un talento original.

Fue su hija, Keta Vieitez, la autora del retrato que encabeza este post, la que supo verlo y se empeñó en hacerle una exposición, visitada casualmente por dos profesionales, Manuel Sendón y Suárez Canal, que comprendieron su alcance y decidieron colaborar para que obtuviera el reconocimiento que merecía. Entre todos consiguieron. Virgilio tuvo suerte, otros hijos han despreciado el trabajo de sus padres. Uno que conocí, cuarta generación de fotógrafo, vendió todos los negativos por una suma irrisoria a una de esas empresas que recuperaban la plata. Creo que merece un enorme agradecimiento, y ojalá hubiese muchos mas como ella...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dorotea no parece una anciana, solo una mujer estropeada por una vida dura. De acuerdo en lo demas, Vieitez era grande.

Anónimo dijo...

Absolutamente genial! Gracias pro mantener este blog, la información es excelente y siempre encuentras nuevas imágenes, nuevas formas de expresión, sorprendentes historias. Un placer pasear por aquí!

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