Estas tres fotos me persiguen desde hace unos meses. Desde que la exposición de Richard Avedon en la Corcoran Gallery de Washington, un evento local, tuvo repercusiones hasta en la prensa de mi barrio. Estaban por todas partes, acompañadas de la conocida historia del encargo de Rolling Stone para fotografiar a los candidatos presidenciales que se transforma en un retrato de la democracia o del poder.
El caso es que no se cómo lo hacía Avedon. Su técnica es una simpleza: Una cámara grande, una iluminación elemental, un fondo blanco. Y sin embargo consigue retratar a la gente, captar su yo real en un trozo de papel. No le hace falta atrezzo, ni artificios ni herramientas sofisticadas. Llevo meses pensando en ello sin descubrir el truco...
El de arriba es Malcolm X. Es una imagen excepcional, la única siniestra, movida, desenfocada. Probablemente se ajusta al personaje, aún mas probablemente retrata la idea de él que dominaba en su época. Me produce una enorme admiración, un tipo nacido en la pobreza, en una familia que sufre un destino trágico (tres de sus hermanos mueren, uno es linchado, su padre muere en circunstancias no aclaradas, posiblemente asesinado por un grupo supremacista blanco, la compañía de seguros no paga a su madre por ser negra, etc..) que se autoeduca y se convierte en un líder político y una referencia. Pero su figura publica estaba oscurecida por su violencia verbal, su racismo negro, que no eran sino su forma de evidenciar los abusos de los blancos. Sin duda se ha agigantado con el tiempo.
El de arriba es Malcolm X. Es una imagen excepcional, la única siniestra, movida, desenfocada. Probablemente se ajusta al personaje, aún mas probablemente retrata la idea de él que dominaba en su época. Me produce una enorme admiración, un tipo nacido en la pobreza, en una familia que sufre un destino trágico (tres de sus hermanos mueren, uno es linchado, su padre muere en circunstancias no aclaradas, posiblemente asesinado por un grupo supremacista blanco, la compañía de seguros no paga a su madre por ser negra, etc..) que se autoeduca y se convierte en un líder político y una referencia. Pero su figura publica estaba oscurecida por su violencia verbal, su racismo negro, que no eran sino su forma de evidenciar los abusos de los blancos. Sin duda se ha agigantado con el tiempo.
El de en medio es Ken Rove, a quién se deben, en versión triunfalista, los numerosos éxitos de Bush y su corte. Y responsable, en mi versión, de un envilecimiento casi sin precedentes de la vida pública y política norteamericana. Uno de eso tipos que piensan que todo está permitido para ganar, que manipula, miente, chantajea, amenaza, falsifica.. todo sin recato,sin inmutarse. De los que te acaricia y pone cara de bueno mientras te engaña, te roba la cartera y te traiciona. De los que saben excitar la visceralidad de la gente para usarla contra sus adversarios políticos y evitar así que piensen con la cabeza. Los que controlan el debate público para que nunca aparezcan los temas importantes, solo sus maniqueos exabruptos contra los antipatriotas, los rojos, los liberales, los musulmanes, etc. secundados por una máquina bien engrasada de mentirosos, propagandistas y canallas varios. Engrasada, por supuesto con el dinero de los contribuyentes, saqueado en beneficio de grandes empresas a las que defiende sin tapujos. Su técnica es parecida al spin blairiano, seguido por políticos impresentables en todo el mundo.
Dicen que cuando vio su foto, intentó que no se publicara y amenazó a Avedon con los fuegos del infierno. Y no es un tipo al que haya que tomarse a ligera...
El tercero es Eisenhower, presidente republicano, general, conservador, menonita en su infancia, o sea, monje, soldado... Encima el primer mandatario extranjero que visitó a Franco, legitimándole mientras aún fusilaba rojos. Debería caerme realmente mal. Sin embargo, es de los personajes que me hacen reconciliarme de alguna manera con la milicia: un soldado que sabe lo que es la guerra y no le gusta nada. No está inflamado por el ardor guerrero, mas bien por la compasión y la empatía.
Hace poco leí uno de sus textos famosos: Cada arma fabricada, cada buque de guerra fletado, cada misil disparado supone, en definitiva, un robo a los que tienen hambre y no son alimentados, a los que tienen frío y no son vestidos. Invertir en armas no solo es gastar dinero de un país, es dilapidar el sudor de los trabajadores, el genio de los científicos, las esperanzas de sus niños. Es el mismo que recordaba que un bombardero equivale a treinta escuelas y que en su despedida como presidente, nos previno contra el poder del complejo militar-industrial, la bestia negra que podía acabar con las libertades, ese que ha gobernado sin vergüenza estos años de guerra contra el terror.
Es el hombre de la foto, no hay duda. Con su punto de buda espiritual.
Pues por muchas vueltas que le doy, no encuentro cual es el sistema de Avedon. Y me gustaría. Creo que son los retratos perfectos. He buscado alguien que me ayude, y parece que se nos escapa a todos. Mucha gente escribe sobre Avedon, pero nadie sabe analizarlo. Lo mas cercano que he leído es una apreciación de Simon Schama, el gurú residente de la BBC para todo lo relacionado con el arte: Avedon nunca tuvo la mas mínima pretensión de objetividad, la noción de la cámara objetiva la despreció por engañosa. Su trabajo, dijo, era al menos tanto sobre sí mismo como sobre sus modelos... En persona era alegre, humano, cálido y gregario: conocerle era quererle. Pero no era sentimental y tenia una parte de Daumier: despreciaba la mascarada política, aunque le fascinaran las interpretaciones. Como un caricato, pensaba que las mentiras y la crueldad se posaban sobre las fisonomías como una costra. Todo lo que tenía que hacer era iluminar los trazos particulares en los que la inteligencia moral o su ausencia se habían inscrito y exponer la película.
Tan moderno como era, Avedon fue, en realidad, un moralista judío al viejo estilo, cuyos textos están escritos en surcos y pecas, en poros y hoyos. A veces, esas marcas y manchas, que tanto destacaban contra el fondo blanco contra el que posaban sus modelos, se iluminaban como expresiones poéticas de la persona... Lo cierto es que Avedon tenía, de hecho, algunas ideas preconcebidas sobre lo esencial de su modelo, y entonces, con un alucinante truco de magia realizado contra ese papel blanco, era capaz de hacer que la ropa, la luz, la expresión contribuyeran a fijar esa esencia.
En la Fundación Richard Avedon se pueden apreciar los resultados de su magia. Si alguien consiguiera empaquetarla, estoy seguro que tendría como clientes a todos los fotógrafos del mundo. El libro, publicado por Steidl, se puede comprar en casi cualquier librería o directamente en su web.
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