Rodgers, el olvidado.

Magnum debe ser la agencia fotográfica mas célebre del mundo, quizá la única célebre. Capa tuvo ojo al escoger el nombre. Creo que todo el mundo sabrá que este año celebran (y exprimen) su 60 aniversario. Hace 10 lo hicieron con el cincuentenario. No se si la siguiente celebración toca en diez o quince años...

Creo que este exprimir los archivos (que sin duda son prodigiosos y resisten mucha sobreexplotacion) es un síntoma de la transformación de la agencia, que ha ido alejándose un poco del hard news, el reporterismo de actualidad, y virando hacia otro tipo de fotografía. Aun tiene fotógrafos que retratan grandes conflictos, catástrofes, etc. pero supongo que una parte importante de sus ingresos llegan ahora de la explotación de otros canales, incluyendo museos y galerías de arte.

El rifirafe que se montó cuando se discutió la aceptación de Martin Parr como socio, en 1988, a la que se opuso vehemente el que es quizá el mas comprometido de los socios, Chris Steele-Perkins, marca el cambio de tendencia. Ahora trabajan en la agencia fotógrafos como Cristina García Rodero, Jonas Bendiksen, Trent Parke, Donovan Wylie o Alec Soth, mas cercanos de las galerías de arte que a la actualidad pura y dura.

En esta celebración siempre se menciona a Robert Capa, a Cartier Bresson (y algunos a David Seymour) como socios fundadores. Poca gente recuerda al gran George Rodger, que para mi, encarna casi mejor el mito del reportero errante. Y me gustaría que se le hiciera el hueco que merece en el mito Magnum (su página en la web de la agencia). Sus fotos del campo de concentración de Bergen Belsen todavía estremecen, aunque a el le hicieron aun mas efecto: Cuando se dio cuenta que vagaba entre cadáveres humanos buscando un buen ángulo, una composición eficaz, casi deja el oficio. Es el dilema de estos reporteros: Imposible hacer un buen trabajo sin sentir una conexión con los que sufren, imposible hacerlo sin distanciarse de ellos.

Para curarse -sacarme la suciedad de la guerra de mi sistema, los aullidos de los heridos, los gemidos de los moribundos, escribió en su diario- decide irse a un sitio limpio. Y el único que queda es Africa, así que que con la indemnización que recibe por dejar Life, se compra un Land Rover y se pierde en el continente con su mujer casi cinco años. Y sus fotos dan cuenta efectivamente de una tierra limpia, en la que los nuba, los masai, viven como han hecho durante siglos, y aun se ponen sus mascaras y siguen sus ritos cuando toca, no para sacar dinero a los turistas. Sus fotos son quizá uno de los últimos testimonios de una edad de la inocencia, que terminó bajo el peso de la invasión de la cultura occidental, del sistema, de la transformación de la vida tribal en espectáculo para turistas. Para envidiarle.

Con esto de la celebración he descubierto algunas anécdotas interesantes. Ya sabía que Capa sugirió el nombre inspirándose en un tamaño de botella de champán, pero ignoraba que cuando había dificultades económicas, lo que ocuria con frecuencia los primeros años, le llamaban a a Paris y en unas semanas jugando al poker corregía la situación. Y que la agencia tuvo el buen sentido de organizar la reunión anual de socios en Nueva York un 10 de septiembre, de modo que el famoso 11S, sus socios principales estaban a mano para cubrir la historia...

George Rodger: Nuba, Kordofan, al sur de Sudán, 1948

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