Esta es una foto que nunca he podido olvidar. Se me quedó grabada la primera vez que la vi, antes de saber casi nada de sus protagonistas...
En estas fechas, en 1871, en París se cavaban gigantescas fosas comunes para enterrar miles de cadáveres. Eran el resultado de la semaine sanglante, la salvaje represión de la Comuna de París. La foto muestra algunos de los ejecutados. Se le atribuye a Disderi, un fotógrafo con un talento descomunal para hacer dinero, inventor de la carta de visita y propietario del mejor negocio fotográfico de Francia, capaz de retratar 200 personas al día.
La Comuna es un episodio oscuro para los españoles de hoy. Nadie habla de ella, aunque fue muy popular en su día. Digamos que en Julio de 1870 un gobierno francés autoritario y corrupto inició una guerra contra Prusia en la que fue derrotado y humillado en pocos meses. Los parisinos pasaron el invierno sitiados, sufriendo grandes penurias. Su gobierno les traicionó y se disponía a entregarse a los prusianos. Los ciudadanos decidieron hacerse con las armas, se organizaron colectivamente de forma modélica y durante 71 días probaron que sabían gobernarse y defenderse. La actividad legislativa fue tan impresionante como la de los comités que garantizaron que a nadie le faltara comida, que se asistiera y alojara a todo el mundo, etc.
Es una época intensa y muy interesante. En 1864 se había fundado la Primera Internacional. Ese mismo año en Francia se aprobó la ley de huelga. En la Comuna se escribió La internacional, a la que se añadiría música en 1871. Abundan los grandes personajes: el geógrafo anarquista Eliseo Reclus, la gran Louise Michel, Louis Blanc, quién después de explicar con extrema lucidez por qué no podía dejarse a la competencia la fijación de los salarios, promovió la creación de las primeras cooperativas, los Talleres Nacionales, Eugene Varlin, revolucionario creador de las primeras sociedades de socorro mutuo y de las cajas de ahorro mutuales, de los comedores sociales, que murió el último día de la semaine en un linchamiento dirigido por un cura, Nathalie Lemel, una de las primeras activistas sindicales, y un largo etc. La revuelta extendió a todos las coberturas que las mutuas de los sindicatos ofrecían a sus miembros. El miedo a que se reprodujeran las revueltas llevó posteriormente a que se organizaran sistemas de pensiones públicos y ese es el origen del estado del bienestar. Se lo debemos en buena parte a los comuneros.
Nadie sabe explicar la imagen ni por qué se tomo la foto de unos personajes anónimos cuya suerte no fue muy original. Ni el amontonamiento, ni los números, que no responden a ningún orden ni a un trabajo policial, ni la composición: nada tiene sentido. Hay otra imagen, aun mas desagradable, con los revolucionarios ejecutados sujetos a la humillación adicional del desnudo, también distribuida por Disderi:
Pocos fotógrafos se interesaron por la Comuna. Disderi si, recorrió Paris con un laboratorio rodante durante esos días, registrando ruinas y desastres, que organizó en albumes con los que alimentar el odio feroz a los comuneros. Porque lo que también arrancó en la Comuna es la demonización con medios modernos de propaganda de aquellos que se revuelven contra el orden que les explota y les destroza la vida.
Inexplicablemente, considerando las limitadas y civilizadas reivindicaciones de los comuneros, el movimiento generó un odio profundo en los burgueses y aristócratas de todo el mundo, que se tradujo en una extensa producción de propaganda condenatoria. El que mejor supo aprovecharla fue Eugene Appert, fotógrafo oficial del malvado Thiers y de su policía, que recreó en auténticas superproducciones los abusos de los comuneros, como el incidente del fusilamiento de los Dominicos de Arcueil. Las fotos eran evidentemente falsas (en esa época era imposible registrar el movimiento, y las posiciones y el encuadre delatan la manipulación) lo que no impidió que sus contemporáneos las aceptaran como pruebas de la maldad de los comuneros.
Los ejemplares mas reproducidos, los del fondo de Helmuth Genrsheim, provienen de la colección de un aristócrata inglés. Ya desde entonces, los medios de propaganda, los instrumentos de control de conciencia manejados por los oligarcas, los opresores y los poderosos (sinónimos todos que designan al mismo pequeño grupo de personas) dan gran difusión a las imágenes de las atrocidades cometidas por pobres y revolucionarios. La explotación y los abusos que están en su origen rara vez los vemos reproducidos.