Tengo que confesar que no entiendo demasiado a los fotógrafos, artistas y creadores en general que discuten la propiedad intelectual y la conveniencia del copyright. Aún menos a los que están dispuestos a regalarlo. A mi me parece que si hay alguna propiedad indiscutible y sagrada es la que origina el trabajo de cada uno. Me encuentro a muchos miopes que piensan que un fotógrafo vive solo de hacer fotos, cuando yo diría que en realidad vive de administrar su copyright.
Todo esto me viene a la cabeza
porque acabo de leer que
Richard Prince ha perdido un pleito por plagio instigado por
Patrick Cariou, un fotógrafo muy interesante, que le denuncia desde otra liga: Prince se ha convertido en una estrella del arte contemporáneo, Cariou no es mas que un fotógrafo.
Prince hizo una fortuna apropiandose de imágenes icónicas de la publicidad americana, sin disimulo ni justificación. Su colección mas famosa es la de los vaqueros de Marlboro, refotografiados de vallas y revistas. Una de ellas fue la primera fotografía que se subastó por mas de un millón de dólares, ocurrió en 2005. En 2007, la misma casa de subastas vendió otra por mas de tres millones de dólares. La primera era una foto tomada por Sam Abell, la segunda era de Jim Krantz. Los dos habían vendido el copyright a Phillip Morris, y aunque retienen sus derechos morales, no tenían demasiados elementos para pleitear.
Cariou vs Prince
Garry Gross, el autor de
la foto de Brooke Shields niña desnuda y aceitada que tanto escándalo levantó, si que se enfrentó a Prince cuando este se apropió de su imagen, y consiguió una indemnización, nunca se supo la cuantía.
La sentencia, que puede ser recurrida, es demoledora para Prince, desmonta uno a uno todos sus argumentos, estima fraudulenta la utilización de la excepción de
Fair Use (uso legítimo, el equivalente, mas o menos, del derecho de cita contemplado en la legislación española), subraya su mala fe (se puso en contacto con la
editorial del libro para comprar mas ejemplares, sin revelar su uso), y le condena a destruir toda la obra, los elementos usados para fabricarla, y a comunicar a los compradores que el cuadro que han adquirido viola los derechos de Cariou y que la ley prohibe su exhibición. Sentencia también a la galería Gagosian como "cómplice" por no haberse asegurado de que Prince obtenía la preceptiva licencia del propietario de la obra original.
Con todo, lo mas revelador son los datos sobre el negocio:
Gagosian, su galerista, vendió obra por 10.480.000 dólares e intercambió algunas por otras valoradas entre 6 y 8 millones. Suficiente para pagar un ejército de abogados.
El tribunal les ha citado el 6 de mayo para cerrar un acuerdo sobre compensacion por daños y atribución de costas.