Tranquilos, no voy a hablar de Garzón, sino de Jessica Ingram, una fotógrafa americana...
Según cuenta en su web, un día, paseando por Montgomery (Alabama), descubrió una hermosa plaza sureña, con su fuente... y una placa que contaba que en ese mismo lugar estuvo el mercado de esclavos, incluyendo los detalles sórdidos: el precio que se pagaba por ellos y por qué no se les daba apellido, etc. Eso le sugirió la idea de hacer un memorial fotográfico de la lucha por los derechos civiles y en ello está. Visitó en la habitación en al que se fundó el Klan, y documentó los lugares en los que cometieron sus crímenes. El resultado es un trabajo fascinante, en el que el texto demuele la convención idílica retratada por las fotografias: paisajes suburbanos absolutamente normales, hermosos lugares naturales, que esconden tragedias crueles y absurdas... No me extraña que se haya llevado una docena de premios.
Esta, por ejemplo, es la casa de una de las víctimas mas celebres de los racistas sureños., el lider de los derechos civiles Medgar Evers, asesinado en 1963, Su historia se cuenta en Ghosts of Missisipi, una película en la que Whoopi Golberg interpreta a su mujer, Mirlie, y James Woods compone un retrato inolvidable de su asesino, Byron de la Beckwith.
El caso se vio en dos juicios en los sesenta, en los que el jurado no condenó a nadie, y se reabrió en los 90, cuando se consiguió la condena de De la Weckwith. No fue un caso único. En los 90, incluso en este nuevo siglo, se hizo justicia a muchas de las víctimas de un racismo que envenenó a la mayoría de los sureños, esa zona agrícola en la que había frutos tan extraños.
Esta, por ejemplo, es la casa de una de las víctimas mas celebres de los racistas sureños., el lider de los derechos civiles Medgar Evers, asesinado en 1963, Su historia se cuenta en Ghosts of Missisipi, una película en la que Whoopi Golberg interpreta a su mujer, Mirlie, y James Woods compone un retrato inolvidable de su asesino, Byron de la Beckwith.
El caso se vio en dos juicios en los sesenta, en los que el jurado no condenó a nadie, y se reabrió en los 90, cuando se consiguió la condena de De la Weckwith. No fue un caso único. En los 90, incluso en este nuevo siglo, se hizo justicia a muchas de las víctimas de un racismo que envenenó a la mayoría de los sureños, esa zona agrícola en la que había frutos tan extraños.
Este es el puente de le reserva forestal de Homochitto, en Natchez (Mississipi) donde tres asesinos del Klan mataron en 1966 a Ben Chester White, después de pedirle que les ayudara a buscar a un perro perdido. White era solo un trabajador del campo, nunca había salido de la finca en que nació y en la que trabajó hasta su asesinato. Un crimen brutal, ejecutado con la única intención de atraer a King hasta el funeral y asesinarle. Cuarenta años después se hizo justicia.
Una de las cosas que mas me gusta de USA es como han sido capaces históricamente de lidiar con la parte mas miserable y repugnante de sí mismos. Acabar con el racismo es tarea larga, y se les puede reprochar la tardanza en arrancar, pero no el éxito que están teniendo. Lo mejor es que no recuerdo nadie que proteste porque finalmente se haga justicia a crímenes tan execrables, y, empleando dinero público, el FBI, los juzgados y la estructura de un estado que se supone que esta ahí para defender los derechos de todos, se persiga a sus autores. Aunque hayan pasado décadas.
En España, la ley preve que si alguien descubre un cadáver, llame a la policía y al juez y ellos se ocupen del resto. Sin embargo, si el cadáver lo mato un franquista, sus nietos tienen que pelear durante décadas para que les permitan sacarlo de la cuneta donde este enterrado y soportar, no solo los gastos del asunto, también el acoso de una jauría de políticos, jueces, seudoperiodistas con sus panfletos sectarios, capaces entre todos de crear un estado de opinión axfisiante. El último capítulo es la inhabilitación del único juez que les ha dado algo de cancha....