A través de algunas salpicaduras que han caído en la prensa española, me entero del último escándalo que sacude USA, la última tormenta en un vaso de agua: La protagonista de Hanna Montana, Miley Cyrus sale en plan provocativo en Vanity Fair, retratada nada menos que por Annie Leibovitz. Para los que no tengan hijas adolescentes o vivan en otro planeta, Hanna Montana es una serie para adolescentes fabricada por Disney sobre una estrella del rock que va de incógnito al instituto. Es un meganegocio de dimensiones inabarcables: la última gira de Hanna/ Miley vendió entradas por valor 32 millones de dólares. Uno de los que se escandalizan con las fotos, analista financiero, afirma que Disney se ha permitido poner en riesgo un negocio de un billón de dólares, que en USA significan 1.000 millones, o sea, 625 millones de euros, o sea 104.000 millones de pesetas.
El problema es que la mujer de la foto, de la pose sugerente en la que enseña menos que cualquier actricilla en la alfombra roja de los Oscars, tiene sólo 15 años...
El caso es que en el mismo número de la revista -que sigue siendo una gran revista- hay dos reportajes que deberían causar un escándalo planetario: Uno habla de los abusos mafiosos de Monsanto y de como, después de envenenarnos con sus pesticidas, controlar con sus semillas genéticamente modificadas la producción agrícola de medio mundo y de paso, los alimentos que llegan a la mesa de la gente, ahora se lanza a por el mercado de la leche con una nueva hormona trasgénica que aumenta la capacidad de producción de las vacas. Evidentemente, los granjeros que no la compren tendrán una desventaja competitiva importante, así que dentro de poco, todos estaremos consumiendo leche que solo parecerá normal.
El otro reportaje trata de la desigual pelea de Lily Ledbetter contra Goodyear, y sus consecuencias. Lily denunció a la empresa para la que trabajaba por discriminación salarial -nada del otro mundo, solo la normal, la que afecta a la mayoría de las mujeres- y consiguió que un tribunal de primera instancia le concediera 200.000 dólares en atrasos y daños. Pero la empresa no tiene nada que temer, el tribunal de apelación se amparó en una cuestión de procedimiento para ignorar el fondo del asunto y dejar a la pobre mujer sin compensación. Al parecer tenia que haber denunciado la discriminación en un plazo de 180 días, aunque en ese plazo no se hubiese enterado de su existencia, sobre todo porque su contrato la prohibía hablar de sus salario con sus compañeros. Los demócratas han presentado una ley para corregir esta situación, pero muchos de sus senadores, además de todos los republicanos, están votando en contra y bloqueándola con la excusa de que pondría en riesgo a las empresas.
Las dos historias son una prueba indiscutible de a quien sirve el sistema judicial. Los abusos de Monsanto y su negocio son posibles gracias a una histórica sentencia de 1980 del tribunal supremo yanqui que hizo posible, contra toda la jurisprudencia anterior, patentar organismos vivos. El caso de Ledbetter es aun mas obvio: La injusticia de una discriminación generalizada es irrelevante para el tribunal comparada con el bienestar de una empresa.
Miley Cyrus no hace daño a nadie, ni siquiera a si misma. Monsanto y Goodyear cubren todo el planeta. Pero siempre es mejor que el dedo señale a la chica, no vaya a ser que los idiotas dejen de serlo y se pongan a mirar lo demás...
Y las fotos ni siquiera están a la altura de la mejor Leibovitz.
El otro reportaje trata de la desigual pelea de Lily Ledbetter contra Goodyear, y sus consecuencias. Lily denunció a la empresa para la que trabajaba por discriminación salarial -nada del otro mundo, solo la normal, la que afecta a la mayoría de las mujeres- y consiguió que un tribunal de primera instancia le concediera 200.000 dólares en atrasos y daños. Pero la empresa no tiene nada que temer, el tribunal de apelación se amparó en una cuestión de procedimiento para ignorar el fondo del asunto y dejar a la pobre mujer sin compensación. Al parecer tenia que haber denunciado la discriminación en un plazo de 180 días, aunque en ese plazo no se hubiese enterado de su existencia, sobre todo porque su contrato la prohibía hablar de sus salario con sus compañeros. Los demócratas han presentado una ley para corregir esta situación, pero muchos de sus senadores, además de todos los republicanos, están votando en contra y bloqueándola con la excusa de que pondría en riesgo a las empresas.
Las dos historias son una prueba indiscutible de a quien sirve el sistema judicial. Los abusos de Monsanto y su negocio son posibles gracias a una histórica sentencia de 1980 del tribunal supremo yanqui que hizo posible, contra toda la jurisprudencia anterior, patentar organismos vivos. El caso de Ledbetter es aun mas obvio: La injusticia de una discriminación generalizada es irrelevante para el tribunal comparada con el bienestar de una empresa.
Miley Cyrus no hace daño a nadie, ni siquiera a si misma. Monsanto y Goodyear cubren todo el planeta. Pero siempre es mejor que el dedo señale a la chica, no vaya a ser que los idiotas dejen de serlo y se pongan a mirar lo demás...
Y las fotos ni siquiera están a la altura de la mejor Leibovitz.
1 comentario:
Los otros dos asuntos son mucho peores claro está, pero en realidad todo acaba siendo lo mismo: una gran mierda de mundo en la que todo vale para ganar dinero en grandes cantidades, eso si, siguiendo unas reglas hipócritas. Sobre el papel nada malo estará haciendo Monsanto, en realidad van a joder el mundo entero.
Lo de la criatura esta a mi tambien me parece un asco. En que quedamos ¿es una niña que hay que proteger o una mujer que hay que rentabilizar? Ahora resulta que son las dos cosas a la vez, y como en otros casos que hemos visto por aquí, la doble moral se tensa hasta el infinito.
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