El velo



Siempre soñe con visitar Aleppo. Es lo que tiene crecer leyendo libros de aventuras y viajes, series documentales como las de Miguel de la Cuadra, Enrique Meneses, o Féliz Rodriguez de la Fuente. Algunos nombres se te enganchan para siempre: Samarkanda, Xian, Timbuktu, Anchorage, Zanzibar, Dakar... 

No sé por qué nunca lo hice, la verdad.. Supongo que porque aunque se hubiese convertido en un destino turístico normal, a mi me seguía sonando como una proposición tan poco práctica como viajar por la Antártida, cruzar al Paso del Noroeste o el Khyber, tambien protagonistas de mis relatos favoritos.

Sospecho que nadie podrá ya visitarlo nunca. Su mítico zoco, su ciudadela... no son mas que cenizas y escombros. Lo que ningún invasor consiguió, lo han hecho los propios habitantes en una devastadora guerra civil.

Franco Pagetti ha conseguido media docena de premios con sus originales fotografías de la ciudad: Calles despobladas, sin vida, veladas, en las que los habitantes cuelgan sábanas y telas para dificultar la puntería de los francotiradores y la visibilidad de los combatientes, buscando que unos tejidos colgados de cualquier manera les den un poco de paz.





 
Pagetti es un gran fotógrafo y un tipo curioso. Fotógrafo de moda, dejó las modelos y las pasarelas para retratar la guerra a una edad poco habitual. A sus 63 años sigue en la brecha, en Siria, después de pasar por Iraq, Afghanistan, Libia, Colombia, etc. Es miembro de VII, probablemente una de las agencias mas respetables e interesantes hoy. 

Vogue sigue publicando sus fotos. Eso si, en un contexto y de una manera que resulta particularmente chocante...


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