Deja Vu

Simon Nofolk empezó a fotografiar la guerra de Agfanistan allá por 2001. En su estilo, creo que ha ofrecido uno de los mejores retratos de la guerra, alejándose de la acción y el primer plano y ofreciendo una visión de su sinsentido registrando escenarios y restos, lo que queda después de las batallas, que si no fuera por el daño y por las víctimas, serían esfuerzos irrelevantes y fútiles.

El anuncio de la retirada que ha hecho Obama, seguido fielmente por sus aliados, coincide con una exposición en la que Norfolk muestra  el trabajo que ha hecho estos últimos años siguiendo los pasos de John Burke, el primer fotógrafo que retrató el país.

Burke acompañó a las tropas inglesas en la Segunda Guerra Afgana, entre 1878 y 1880. Como la primera (1839-1842), fue parte del Gran Juego, así definido por  Kypling, en el que dos potencias imperialistas, Rusia y Gran Bretaña, intentaban asegurarse el control de un territorio estratégico. La partida es la misma que se jugaba en el país tras la nueva invasión rusa de 1979 y probablemente es la  misma que se sigue jugando hoy. Las coincidencias son esclarecedores y toda la retorica que las justifica, sorprendentemente igual. Los ingleses no invadieron Afganistan en la primera guerra, acudieron llamados por un gobierno títere, a defender a los afganos buenos de una amenaza ajena, en la seguridad de que serían bien recibidos por los "indígenas". Deja vu.

Norfolk siempre se ha mostrado tan sorprendido de lo poco que los actuales soldados saben de la historia bélica de Afganistán como indignado por el destrozo actual. Quizá saber lo que sus bisabuelos se encontraron allí les hubiese ayudado. Desde luego sus mandos podrían haber aprendido algo de las derrotas y las retiradas y los compromisos que su país tuvo que aceptar. No es que sea un conocimiento esotérico, basta con leer el libro de Robert Fisk, La gran guerra por la civilización, por ejemplo, para saber hasta que punto los anglos actuales están repitiendo errores fácilmente predecibles. No se cual es la explicación, pero la experiencia colonial, imperialista de occidente, tan criminal como reciente, tiene una presencia nula en el debate publico estos días, pese a que es imposible entender el mundo actual sin ella. Quizá sea un significativo olvido freudiano, una omision imprescindible para poder seguir llamándonos civilizados. Los afganos, en cambio, no han olvidado.

Por eso cuando se encontró con un álbum de fotos de Burke, Norfolk decidió viajar sobre sus pasos y retratar de nuevo el país. John Burke acompañó a las tropas con sus engorrosos  carros de fotógrafo, trabajando su magia fotográfica a base de albúmina y colodión: las gigantescas y frágiles placas de cristal que había que emulsionar, exponer, revelar y fijar mientras estaban húmedas. Las copias sobre papel cubierto con una emulsión fotográfica sobre clara de huevo.  Como dice Norfolk, un proceso que es mas parecido a hacer una tortilla que una fotografía.


No solo retrató las tropas, también tipos, paisajes, ciudades y dignatarios locales. Desde su base en la ciudad balneario de Muree, hizo una fortuna fabricando albumes de recuerdo, postales, etc. El outcast al que se le había negado permiso para acompañar al noble ejercito imperial, acabó siendo un destacado miembro de la sociedad. Según Norfolk, son precisamente esos orígenes -irlandés, pobre, ajeno- y su incomoda posición social inicial lo que hizo que retratara a los afganos como iguales. Los demas fotógrafos coloniales dejaban bien clara la posición inferior de los locales, retrataban siempre su sumisión, sus costumbres salvajes, etc.
Norfolk también fotografía la resurección de la Kabul ocupada, una ciudad en boom, dice el NT.

¿La diferencia fundamental entre la segunda guerra afgana y esta, la cuarta? Antes los ingreses tenían la decencia de morir en las mismas cantidades que sus enemigos. Ahora la cosa es bien diferente: 20 a 1.

Norfolk

Burke



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