Cada año, desde hace mas de 100, una congregación de aficionados se reunen allí durante una semana para intentar ir mas deprisa que nadie con toda clase de máquinas, antiguas y nuevas, caseras y sofisticadas. Hay hasta ciclistas, capaces de pedalear a 240 km/h.
Yo crecí en una época en la que la velocidad era sinónimo de progreso y aún no me he curado.
Artísticamente, la foto no es gran cosa. Las hay mucho mejores: el paisaje marciano, las máquinas relucientes, los personajes excéntricos hacen que sea una celebración muy fotogénica. Pero tiene un espíritu especial. Cuando te sientes fijado a la tierra o atrapado, fotos como esta pueden inspirarte y hasta ayudarte a volar.
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