Otro que se va: William Claxton

El pasado sábado murió William Claxton. Un ataque al corazón. Un fotógrafo que tiene un lugar muy especial en el corazón de cualquier aficionado al jazz, uno de esos profesionales de los que hablaba hace poco, que llegan al oficio por el deseo de fijar lo que les gusta.

Claxton nació en Pasadena y cuentan que ya a los doce años se escapaba al centro de Los Angeles para oír a sus ídolos, jazzmen como Ellington o Basie. En la adolescencia empezó a fotografiar a los músicos de los clubs locales, por gusto, por estar allí. En uno de ellos coincidió con Richard Bock, el fundador de Pacific Jazz Records, una discográfica mítica, y éste le convirtió en el fotógrafo de la casa. Asi arrancó una dedicación que dio como fruto una colección de fantásticas portadas que recogían como ninguna otra el espíritu de los músicos. Siempre fotografió como nadie el proceso de creación musical, y la vida de los profesionales.

En 1960 Joachim Berendt, un musicólogo y promotor alemán le arrastró a un viaje de tres meses por todo Estados Unidos con la intención de fijar el estado del género. Fruto de ese viaje es Jazz Life, un libro reeditado por Taschen, y un buen montón de grabaciones. Berendt, por cierto, consiguió salvar a numerosos músicos dándoles asilo en su programa de la ARD, una television alemana, y los festivales itinerantes que organizaba en Europa todos los veranos, en los que popularizó el blues y el jazz. Así fue como jovencitos como Mick Jagger o John Mayall descubrieron el género. Casi nadie es profeta en su tierra.

Claxton no solo sabía moverse en un club o un estudio de grabación: se profesionalizó, trabajó la moda, las celebridades y los reportajes de sociedad, por encargo de revistas como Life. Creo que es el máximo responsable de la conversión de figuras como su amigo Steve McQueen o Chet Baker en íconos de la modernidad, de lo cool, con sus estilosas imágenes movidas, oscuras, desenfocadas.



Siempre me ha gustado su desprecio por la perfección técnica y su concentración en la esencia del fotografiado. Cuando te gusta el jazz es imposible disociar sus retratos de las emociones que has sentido oyendo a sus modelos.

Este es Cootie Williams, uno de los reyes de la trompeta, que enriqueció durante años con sus solos estratosféricos la orquesta de Duke Ellington, practicando su estilo jungle...


Me parece que su retrato de Judy Garland es uno de los mas impresionantes que se han fijado en papel fotográfico:


Y me gusta otra de sus fotos dramáticas: Un bañador topless diseñado por el modisto Rudy Gernreich, que a los 87 años tiene su My Space, modelado por su musa, Peggy Moffit, con la que Claxton se había casado poco antes. Hay que situarse en la época, sesentaypocos, antes de la revolucion hippy, de la liberación de la mujer, etc. para comprender el escándalo...


Dejó dicho que la fotografía es el jazz de los ojos. No se me ocurre una definición mejor.

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