La vida sigue


Siempre me ha emocionado como los desplazados, los refugiados, encajan en la penuria de su situación las actividades mas comunes de la vida cotidiana. Es raro verlo retratado, como en esta foto de Kate Brooks. Alguien tiene el cuajo de lavar la ropa en medio de un campo de refugiados palestinos, entre las ruinas de su casa, entre pasada y pasada de los tanques, los helicópteros y los soldados. A lo mejor la ropa pertenece a alguien que ya no se la pondrá más, o puede que la vista otro alguien en su ultimo viaje. En cualquier caso, una persona -una madre, supongo- se ha tomado la molestia de lavarla.

Kate Brooks se presentó con un reportaje sobre los niños de los orfanatos sovieticos que fotografió con solo 20 años. En el 2007 tuvo un World Press Photo por un reportaje sobre Líbano. Debe andar ya por la treintena. Cada generación de fotoreporteros parece que aprende el oficio en una guerra o en un conflicto - la mundial, Vietnam, Biafra, Pakistan...- pero todas pasan por el único que nunca acaba, Palestina.

1 comentario:

Idea dijo...

Tu referencia al permanente conflicto Palestino me recordó un fragmento de Alba Rico:

Los palestinos son conscientes de que ninguna concesión, salvo la de su existencia misma, apaciguará a sus verdugos. Si lloran, los matarán mientras lloran; si suplican, los matarán despreciándolos; si se arrodillan, los matarán de rodillas. Por eso los palestinos no lloran y no suplican; por eso se mantienen de pie. La dignidad es una epidemia, una verruga, una mancha. Cada tejado defendido, cada pared reconstruida, cada olivo enraizado, cada tomate cosechado, cada niño parido entre ruinas, cada madre convertida en escudo, recontaminan una y otra vez la tierra de dignidad. Y cada vez que ella se yergue –cada minuto- todos corremos, asustados y ofendidos, a fumigar a los contaminadores con misiles para evitar que nos contagien su sed de justicia y sus ganas de luchar.

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